domingo, 10 de diciembre de 2006

Muerte del tirano Augusto "Pinocho" Pinochet y nacimiento de este blog

En este momento, en las acaballas del 10 de diciembre de 2006 emprendo la trajinosa tarea de plasmar en la red de redes las huellas que iré dejando en estos días y las que éstos dejarán en mí. Lo empezaré con el mejor de mis estados anímicos y coincidiendo con una buena noticia, noticia del día sin duda: La muerte de Pinochet a los 91 años. Hoy todos nos hemos dado cuenta de que éste no poseía el don de la inmortalidad como se decía en Chile: "Pinocho no se muere porque el diablo no le quiere".

Así pues, muere uno de los más grandes violadores de los derechos humanos que hayan existido. Y aprovecho esta ocasión para dejar en el recuerdo no la vida de este hombre sino otra mucho más digna y ejemplar: la del también chileno Víctor Jara. Fue el 11 de septiembre de 1973 cuando las Fuerzas Armadas tomaron el poder en Chile, bombardeando la Moneda en un golpe de estado violento ( ¿cual no? ) y cuando se oyeron las últimas palabras de Salvador Allende:

”no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos...”

Tal y como lo atestiguaba Víctor en su poema, fueron 5000 chilenos a los que Pinochet encerró a la fuerza en el Estadio de Chile. El poema es el siguiente, y fue entregado por Víctor a sus compañeros para que el mundo supiera las atrocidades del tirano en aquel septiembre chileno:


ESTADIO CHILE

Somos cinco mil
en esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil
¿Cuántos seremos en total
en las ciudades y en todo el país?
Sólo aquí, diez mil manos que siembran
y hacen andar las fábricas.

¡Cuánta humanidad
con hambre, frío, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura!

Seis de los nuestros se perdieron
en el espacio de las estrellas.

Un muerto, un golpeado como jamás creí
se podría golpear a un ser humano.
Los otros cuatro quisieron quitarse todos los temores;
uno saltando al vacío,otro golpeándose la cabeza contra el muro,
pero todos con la mirada fija de la muerte.
¡Qué espanto causa el rostro del fascismo!
Llevan a cabo sus planes con precisión arterasin importarles nada.
La sangre para ellos son medallas.
La matanza es acto de heroísmo.
¿Es éste el mundo que creaste, Dios mío?
¿Para esto tus siete días de asombro y de trabajo?
En estas cuatro murallas sólo existe un número
que no progresa,
que lentamente querrá más la muerte.

Pero de pronto me golpea la conciencia
y veo esta marea sin latido,
pero con el pulso de las máquinas
y los militares mostrando su rostro de matrona
lleno de dulzura.

¿Y México, Cuba y el mundo?
¡Que griten esta ignominia!
Somos diez mil manos menos
que no producen.
¿Cuántos somos en toda la Patria?
La sangre del compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas.
Así golpeará nuestro puño nuevamente.

¡Canto que mal me sales
cuando tengo que cantar espanto!
Espanto como el que vivo
como el que muero, espanto.
De verme entre tanto y tantos,
momento del infinito
en que el silencio y el grito
son las metas de este canto.
Lo que veo nunca vi,
lo que he sentido y lo que siento
hará brotar el momento...

...Hasta siempre Víctor.