viernes, 22 de febrero de 2008

Si tú no vas, ellos vuelven

De nuevo un lapso demasiado largo abarca multitud de impresiones que no quisiera dejar en el tintero, así que iré poco a poco. 22 de febrero, se huele durante todo el día el aroma característico de la campaña electoral, en los debates de la tele, en los periódicos, en clase...en la calle. Cuando hace algo menos de una semana que nos acordamos de aquella broma de mal gusto en el Congreso, nadie pone ahora en duda la culminación del proceso democráctico, y el asentamiento de la sociedad sobre una política desencorsetada, en la que se asegura tanto el buen pulso del sastre como la protección contra "malos tejedores". De manera que ya sólo forma parte de nuestra historia aquella perniciosa ambición de algunos españoles que durante largo tiempo marcó el cauce de la política, sobre todo a partir del siglo XIX. De pronto, llegó el apagón y se hizo la oscuridad, que fue la reina de España durante 40 años, por la gracia de Dios, y que abdicó agonizando muy cerca de la salida de la cueva, cuando las libertades eran aún contempladas como un sueño platónico el destello del progreso nos despertó a todos del mundo de las sombras.

Tras esta bochornosa introducción y centrándonos en las elecciones que se avecinan, las expectativas parecen favorables al PSOE. El PP volverá a ser el partido que más ha invertido en campaña mientras que las encuestas realizadas apuntan a que el 9 de marzo será segundo en lo que toca. Y no son tan relevantes los datos que los estudios aportan sobre quién será el ganador, como la constatación en ellos de una alta participación. El otro día, hablando con alguien que aprecio mucho, coincidimos en que cuanto mayor sea el electorado mayor será la diferencia entre los dos partidos principales, en favor del de izquierdas. Y es que el español medio se define como centroizquierdista, y mientras que el PP conserva siempre un núcleo fijo que cada cuatro años acude ineludiblemente a las urnas, la población de izquierdas es mucho menos previsible, y no porque "no tengan las ideas claras" y deambualen cada cierto tiempo entre izquierda y derecha a modo de péndulo. No se trata, por tanto, de indecisión a la hora de elegir por cual carril ir (sin entrar en comparaciones con el carril por el que se adelanta...en España) sino que no votarán a menos que tengan la certeza de que la derecha ganará las elecciones. Claro está que no todos se quedan en casa por regla general, sino que también hay 1.300.000 personas que prefieren una política de más izquierda, éstos de vez en cuando optan también por el voto útil. Hablando de éstos me acuerdo de lo incomprensible que es en este sentido la ley d'Hont y lo cuanto que prejudica a IU, por qué CIU tiene 10 escaños e IU la mitad, cuando éste tuvo casi el doble de votantes que aquel 1.269.532 frente a 829.046, por qué se benefician los partidos nacionalistas en las elecciones generales que representarán a todo el pueblo español, incluso por qué IU ha de meter 4 goles para empatar el partido cuando PSOE o PP sólo hayan marcado uno, cuáles son los motivos que impiden un sistema proporcional y más justo, porque la ley d'Hont era comprensible en 1977 cuando se temía una excesiva fragmentación en el Congreso, pero resulta insostenible ya en el 2008, cuando hay que apoyar el progreso, unas elecciones generales cuyos resultados reflejen el verdadero espectro político, una de las mayores riquezas de España.

Mañana, el segundo debate entre (única y exclusivamente) los líderes del PP y PSOE. Rajoy y Zapatero manifestarán todo lo que no hayan manifestado en el primero, y esperemos que no ocurra lo que ocurrió en el segundo de hace 15 años, cuando cambiaron las tornas en la campaña en la que Felipe González acabó barriendo a un Aznar que entonces no tenía ni dea de la relevancia y connotaciones (negativas) que su propio nombre tendría años más tarde. Tan sólo añadir que el martes se publicarán los datos de desempleo del mes de febrero, y a partir del lunes mismo no se podrán realizar más encuestas, por lo que, aunque volando hacia la izquierda, las cosas siguen en el aire. A ver si mañana nos acostamos habiendo escuchado algo nuevo en la televisión. Sin duda me sorprendería.