sábado, 6 de diciembre de 2008

Aún caminando

Más tarde que temprano, como el cometa Halley, retorno a este rincón del vasto internet para, durante breves instantes, mostrarme ante los ojos de algunos, a la vez que paso desapercibido para el gran resto de internautas. A falta de unos días para dejar atrás el otoño, el polvo navideño ya se ha empezado a propagar desde los barrios más consumistas al resto de la ciudad, contagiándonos de la melancólica alergia que nos congestiona de ilusiones y optimismo. Con todo ello, sin embargo, he decidido no adelantar acontecimientos, más por aumulación de ilusiones frustradas que por falta de ocasiones. Pues no hace mucho que se nos brindó una buena: el 5 de noviembre de 2008, Barack Hussein Obama, ganaba las elecciones a la presidencia de Estados Unidos, ante la impaciente expectación de sus súbditos, esto es, del mundo. Respecto del todavía presidente, basta con destacar los evidentes desniveles en formación académica, pero su nota característica es, sin duda, la de"ser el primer ciudadano negro en llegar hasta la Casa Blanca", contraste morfológico que ha conseguido, por fin, marcar un hito en la historia de los Estados Unidos. 

Tan sólo me niego a la enésima ilusión, a creer en el cambio inmediato que promulga el partido menos malo y el grotesco aparato mediático desplegado durante la campaña, pero no a los hechos. Me conformo con el presente de una presidencia negra, máximo representante del progreso en el país antiguo paradigma de la segregación racial. Porque más importante que prometer el mundo en unos meses (guerra de Irak, Guantánamo, informes de la CIA) es pararse a observar el largo camino recorrido, y rendirse ante la evidencia de que si esta vez es negro el hombre que nos miente, es que ya han cambiado las cosas, y mucho.  

Volviendo al terreno de las ilusiones, la sociedad española, hace 30 años, se unió a la causa de construir una fortaleza hecha de democracia, paz y progreso frente a cualquier ataque, con la esperanza típica de estas fechas. Pero nuevos acontecimientos nos demuestran que la cruda realidad no está a la altura, cuando en este 6 de diciembre hace tan sólo un par de días que la barbarie hizo acto de presencia. Ignacio Uría, responsable de una de las empresas adjudicatarias del tren de alta velocidad vasco, se convirtió el pasado 3 de diciembre en la cuarta víctima de ETA en este año, desde que un mercenario de la sinrazón le disparó al pecho en plena calle, cuatro meses después de que se hicieran públicas una serie de amenazas vertidas contra los empresarios que participan en el proyecto.

Los intereses que están detrás del TAV son ajenos a Euskal Herria. No hay un solo beneficio y, por lo tanto, lo único que nos quedará será la cicatriz de cemento que atravesará nuestro pueblo de punta a punta. Cada una de esas toneladas de cemento entierra nuestro proyecto popular bajo el discurso de la supuesta modernidad, bienestar y tantas otras palabras vacías. También en este caso, no hemos tenido derecho a decidir qué es lo mejor para nuestro pueblo.

Que sepan, pues, que ante esta situación no nos quedaremos con los brazos cruzados. Cualquiera que quiera construir el futuro de este pueblo a partir de sus intereses económicos y a costa del pueblo, debe tener claro que este pueblo y esta juventud responderán en la medida que demande la situación.

Toda esta sarta de improperios contra la razón fue encontrada en la sede de PCTV-ANV-Batasuna, asociaciones políticas todas ellas declaradas ilegales por la Sala especial del Tribunal Supremo, por lo que sorprende que todavía ANV gobierne, hasta el fin de legislatura, en 42 ayuntamientos españoles (por mayoría absoluta en más de la mitad).

Cierro la entrada y el asunto, espero que por mucho tiempo este útlimo, con un artículo de José Luis Zubizarreta, a juicio de Eduardo Madina "uno de  los más grandes analistas políticos que tiene la sociedad vasca", publicado en el diario El Correo a propósito de la desgracia.

Matan por Nada


Nada más lejos de mi intención que convertir esta columna en un púlpito. Pero, en esta ocasión, no me resisto a dirigirme a usted, lector, personalmente, no sé si para pedirle un favor o para hacerle una recomendación. Ayer, al oír del asesinato de Inaxio Uria, a usted, como a mí, se le habrán agolpado un montón de preguntas en la cabeza. Pues bien, le ruego que no intente siquiera contestarlas.Porque, desde el mismo momento en que comience a buscar respuestas, habrá entrado en el juego que plantean los asesinos. Para eso matan. Para que los demás nos enredemos preguntándonos por qué lo hacen y nos enzarcemos en respuestas contradictorias.
Esta banda de asesinos en que se ha convertido ETA ha matado, a lo largo de su historia, de todo y por todo. Comenzaron por guardias civiles, policías y militares, diciendo que eran torturadores, represores y fuerzas de ocupación. Vinieron luego chivatos y delatores. También cayó algún que otro pequeño trapichero de droga. Pronto vinieron los ertzainas por cipayos y colaboracionistas. Y funcionarios de prisiones. Un cocinero, incluso, que trabajaba no se sabe muy bien en qué dependencia militar. Siguieron empresarios por explotadores, periodistas por manipuladores, políticos por tergiversadores.
Murieron, al fin, civiles que hacían la compra en un supermercado o tomaban tranquilamente el sol en la calle. Hasta mujeres y niños fueron despedazados por el horrendo delito de vivir con sus maridos y padres en las casas cuartel de la Guardia Civil. No hay ya gremio, oficio o profesión que se haya librado. Ni sexo ni edad.
Si usted trata ahora de buscar, por así decirlo, el hilo conductor de estos asesinatos, no encontrará ninguno que pueda dar razón de todos ellos. Matar por todo es, al fin y al cabo, matar por nada. No puede ser siquiera que ese magma del 'conflicto vasco', por complejo e intrincado que pretendan presentarlo, tenga tantas ramificaciones. Sólo la pulsión de muerte, el matar por matar, da explicación cabal de lo que hacen. No busque usted otras razones, no crea siquiera a quien intente dárselas, que lo habrá, porque detrás de tanto asesinato no hay más que el placer de matar que anida en una mente enferma.
Por eso, cuando hoy le digan que ayer mataron a un empresario vinculado al Tren de Alta Velocidad, responda usted que no. Responda que mataron simplemente a un anciano, a un jubilado, que, en vez de la siesta, echaba la partida con sus amigos después de comer. Como usted, quizá, suele hacer o como hace su propio padre. Que asesinaron, simple y llanamente, a un ser humano. Y que lo asesinaron por nada.



Ignacio Uría D.E.P.


domingo, 28 de septiembre de 2008

El jardín de la Esperanza



Una de las mayores satisfacciones es la que uno percibe al contemplar su jardín y enorgullecerse de todo el sudor y el esfuerzo que depositó en aquella inversión, de cuyos resultados sólo él podría beneficiarse. Es la ocasión de recordar las horas de más que nos encadenamos lucrativamente al crecimiento del negocio y de comprobar que fue el mejor contrato que jamás pudimos firmar, el de tanto más trabajes tanto más recibirás a cambio. Por fin llegó el momento de relajarse en la tumbona y de pararse a observar el paso del tiempo que ahora acaricia nuestra piel esparciéndonos su bálsamo rejuvenecedor. 

Tengo la fortuna de habitar un chalé en las afueras de Madrid y sobre todo de disfrutar del bienestar y el sosiego que me proporciona salir a su jardín. A mi bello, esplendoroso y fructífero jardín. En él rebajo mi índice de estrés metropolitano, merced a un espacio donde convergen los parámetros intimidad y amplitud física, sin necesidad de salir de casa. Parte de mi personal satisfacción me la atribuye la legítima posesión de bienes instalados en él, desde un olivo, hierbabuena, perejil y otras plantas relacionadas con la gastronomía, pasando por los entrañables gnomos de porcelana, hasta la piscina prefabricada que estos días ha estado acaparando todas mis atenciones. Podríase pensar que hasta aquí ha llegado la visión macrosociológica de la propiedad individual, a la reducción sistemática en viviendas unifamiliares. Pero desgraciadamente no es así, sino que en la pirámide también se encuentra, mirándonos hacia abajo, un jardinero mayor, a cuyos ojos faraónicos todas nuestras propiedades le pretenecen, y en cuyo jardín representamos el tan entrañable papel de gnomo.

Esperanza Aguirre Gil de Biedma es presidenta de la Comunidad de Madrid, y está convencida de que tal título le confiere la total disponibilidad de nuestros esfuerzos, haciendo honor a su apellido, evocador de la mismísima "cólera de Dios". Lo demuestra llevando a cabo una política de derechas matizada (que no corregida) por una lista de valores liberales que bien pudiera pasar como programa político de algún nuevo partido. Poco le faltó, y no fueron las ganas. El "modus operandi", basado en un plan de dudosa viabilidad política pero de incuestionables beneficios económicos es sencillo. Consiste en privatizar cualquier cosa o servicio que se encuentre dentro de su radio de acción.

El chalé de Esperanza está en la ciudad de Madrid, pero su jardín linda con Guadalajara, Cuenca, Toledo, Ávila y Segovia. Orgullosa y con posibles económicos, sigue decorándolo con cualquier producto que encuentre en el mercado, a empezar por colegios y hospitales. Esta serie de actividades, a los ojos de cualquiera, no parecen desplegarse más allá del ámbito de legalidad donde se mueve la Presidenta; pero juega sucio.

Tal y como he empezado diciendo, he crecido en Coslada -ahora mundialmente conocida por los escándalos públicos de facinerosos con placa- y escribo estas líneas desde mi casa en San Fernando de Henares, una especie de apéndice municipal que se desprende del anterior. Ninguno de los dos pueblos ha tenido nunca Seguridad Social, de modo que a cada sector de habitantes se le asignaba la atención médica de un hospital del centro. Nada apuntaba a salvar en un futuro este sinsentido, hasta que llegó Esperanza descubriéndonos su nombre revelador, sobre el que finalmente primaría el histórico apellido. Dijo Aristóteles que la esperanza era el sueño del hombre despierto, quizá no lo estuviéramos lo suficiente, porque nuestra facilidad de engaño se equiparó a la de un niño adormilado. Nos prometió un hospital, público. Y bien, intereses municipales aparte, se inauguró un hospital, precario en todos los sentidos, pero justo a tiempo, esto es, previo a las últimas elecciones autonómicas. Sin embargo, no es la patraña electoral la responsable de mi enfado, sino la desvergüenza necesaria para tornar el carácter público de la sanidad en un centro a cuya creación hemos contribuído pecuniariamente todos los vecinos de la zona. Para ello, los aduladores cuentan con un plan preconcebido que comienza con -actualmente- la totalidad de la plantilla pública, continúa con -de aquí a tres años- la incorporación de una directiva venida de empresas sanitarias privadas, y culmina con -tras seis años de optimismo- el hospital privatizado de cabo a rabo. 

En palabras ejemplares, nuestro empeño por pagarle al Ayuntamiento un hospital público tan sólo hará que engorde el bolsillo de las empresas privadas y las arcas del jardín de Aguirre, un lugar donde escasea la esperanza.

domingo, 17 de agosto de 2008

La Dama de Azul


La protagonista de este relato, como de costumbre, tiene una definición concreta que abarca el espacio de tiempo sobre cuyos días grabó su pasar, cúmulo de datos que, dada la importancía que un servidor les atribuye, trasciende de todo encaje histórico para albergar las siguientes líneas que conmocionarán, como mínimo, al más apocado de los corazones. Su mayor peculiaridad es que, analizándola desde una perspectiva más amplia, podemos llegar a la conclusión de que carece de ese marco histórico definido, pues ha sufrido múltiples reencarnaciones. Acontecimientos que a lo largo de los años comparten en la base elementos comunes, singularizando a la tan afamada protagonista por un entrecortado goteo de apariciones que, sin borrar las letras del pasado, han mantenido siempre húmedo el papel de nuestra existencia. Ella es extrovertida y tan exultante de su propia gracia que a todo el que la mirara sacaba los colores. Tan imperial y socarrona que provocaba en el resto el sentimiento cruel de apática impotencia, de resignación y desidia. Aquellos pobres aterrados, sin embargo, han sido a la vez su enemigo y justificación de existencia, pues constituían la otra cara de la moneda con la que se han pagado los peores recuerdos que nos llegan. Ambos focos de discusión son la máxima manifestación de la desgraciada naturaleza del hombre, del que han heredado sus pensamientos, en su mayoría, destructivos. Su parentesco con el común de nosotros estuvo en la base de su triunfo y, muchas veces nada era lo que parecía, comprobándose que hasta la oposición del mal degeneró posteriormente en su favor. No hay ejemplo mejor de innatismo humano que ella, que incluso cuando se la daba por muerta, permanecía su germen en estado latente dentro de los seguidores a los que un día convenció, como anchoa en conserva. Resumiendo, se trata del famoso binomio que en cualquiera de sus formas siempre ha estado presente en nuestras pisadas, y que ha sacado a la luz todas las vergüenzas del ser humano; las fuerzas del bien contra las del mal, los ricos contra los pobres, los blancos contra los negros, los opresores y los oprimidos, los apadrinados y las víctimas del desamparo, de las desigualdades sociales: Política.

Comparto la idea de que la historia es la política del pasado, del mismo modo que la política la historia de nuestros días. Por tanto, se habrían equivocado aquellos que me hubiesen sobrestimado, pues se me escapa de la imaginación describir los más y los menos de esta compañera de viaje. Por el contrario relataré un fragmento de la vida de una de sus hijastras, la dama de azul, delante de cuyos discípulos todavía seguimos corriendo. Adivine el ávido lector la naturaleza verdadera de los eventos.

Nació en el tiempo del cólera, cuando el reloj de la vida se aceleraba incluso en los campos de Castilla, cuando el amor se interpretaba por dos títeres con corazón de madera. Lo hizo huérfana y de improvisto, como rosa que crece entre dos piedras, como mancha de petróleo que sobre la superficie del vasto océano emerge. Durante su infancia, eran constantes el ruido mecánico en la montaña y la desolación en la ciudad. Tardó poco en madurar, aunque a media vecindad le pareciera un siglo. Y cuando cesó la tempestad, la gente empezó a vivir en una calma casi sepulcral, bajo un cielo claro que con su imperceptible capa de miedo filtraba los rayos del sol que iluminaba de gris el mundo. La jóven vestía siempre la misma ropa desgarrada, fruto de su traumática adolescencia, aunque ya era toda una mujer, insinuante y bien dotada que (también hormonada e inconsciente) se abrió de piernas ante una Europa caótica y destrozada que, de no ser por la negativa de su afeminado pretendiente, la habría matado a polvos. Luego agradeció el rechazo, pero vivió de espaldas a los países del mundo civilizado durante el resto de su vida, como muestra de su impoluta dignidad. Ésta siempre permaneció impecable. Como ya digo era fuerte y robusta, pero todo Aquiles tiene un tendón, y el suyo lo eran los vientos del este que en época de primavera soplaban, pues sufría una fortísima alergía al dulce aroma de las rosas que de vez en cuando le venía.

Aunque la dama de azul era presidenta de su comunidad, en su día fue la pedante fanfarrona del primero. Dicho sea que (adaptándose a la época) subió poco a poco por las escaleras, tomando fuerza en cada descansillo, y con un saco de sal bajo el brazo por si le hiciese falta al guiso de alguno de sus vecinitos. Ay, sus ignorantes vecinos, en cada piso del edificio los había de un color y profesión, cada uno de los cuales era pieza imprescindible en la maquinaria que, escalón tras escalón, contaba los segundos que le faltaban a ella para cumplir su objetivo. Desde que se acomodó en lo más alto, el barrio se empezó a quejar de la dudosa legalidad de su mudanza, sospechando que tan sólo era la punta del iceberg, el dedo índice de una mano desmembrada. Busto colocado sobre una base ajena a él, aunque culpable de todos sus méritos de otra forma improbables, como una cabeza en el cuerpo de otro: la criatura de Frankeinstein.

Llegó la década del modernismo, de la sociedad de consumo, los cambios sociales y las miradas hacia la paz, la igualdad y la libertad, que casí en su final acogió el mayo y el agosto de un año que quedará simbólico para la posteridad. Nuestra dama remodeló su apartamento, pobló de flores el balcón y llenó el salón de multitud de objetos que no hubiese comprado de no estar ocultos bajo el atractivo disfraz de la publicidad. Pero, mientras que más allá de los confines de su barrio los hijos de excombatientes en la guerra mundial de la infamia se labraban el reconocimiento de la sociedad, la dama de azul engordaba en reposo sobre su nuevo sofá, despreocupándose de su peso y paseándose por el centro comercial. Igual que un toro, vivió 10 años de injusta abundancia para de pronto encontrarse entre la espada y la pared, se quedó viuda. Entró en decadencia, adelgazó más de lo debido aun cuando más se descuidó el "régimen" alimenticio que entonces seguía, hasta convertirse en la cuarta pared de su propio escenario: el observador del espectáculo, el público de una puesta en escena cuyo montaje había dirigido.

La agonía le serpenteó el esqueleto durante sus últimos dos años. Perdió el habla. Vomitaba sangre negra en su vieja silla -otrora imponente trono- síntoma inequívoco de su hemorragía interna. Era muda expectante de sus últimos días, anciana galante que en silencio anhelaba tiempos de gracia sucios de melancolía, y que, aun desesperanzada, seguía fiel a su perspectiva. A esas alturas tan sólo veía, como paciente trastornada en el hospital del "nuevo día" esperaba la hora de su justo juicio. Con la impotencia del príncipe destronado, con la nostalgia del rey en el país vecino, con el vacío del armario desalojado, con lo macabro de una caja de pino. Sabido era que su mal no tenía cura, así que fue desconectaba por sus propios padrinos de la máquina inerte que en su viudez la mantuvo; de fría sangre asesinos. En paz descansaría en hermética vitrina, sirviendo la simpleza de su forma como memorándum. De derecha a izquierda había, del otro lado del cristal observando, ojos llorosos de personajes enlutados, y el resto, de sepultureros recordando pasados tiempos que, por ello, fueron buenos. 


 

viernes, 1 de agosto de 2008

El camino de la purga



Cuentan los sermoneros del dogma a sus incondicionales que en la península ibérica el cristianismo llegó entrado el siglo I, y que los artífices de tal ambiciosa empresa fueron Santiago Apóstol y San Pablo. Ilustran con la misma solvencia que el camino que llevaron a cabo atraviesa hacia el Oeste el norte de España, penetrando por los escabrosos Pirineos hasta llegar a Compostela. Aquí termina esta breve historia, y desde entonces se les viene inculcando a las gentes de la zona la indiscutible heroicidad de aquéllos personajes, de la boca de servidores del todopoderoso que narran la proeza, como ya digo, inspirando la certeza de que efectivamente pudieran haber "dado fe" ellos mismos de tales acontecimientos. 

Pero cuando la Iglesia se topa con datos empíricos la fe de sus beatos llega a un callejón sin salida, en el que los más tozudos pueden llegar incluso a matarse a cabezazos contra el muro por defender sus creencias. Una vez más, la historia oficial no es la verídica sólo por ser la apoyada por la mayoría, o por ser la escrita por los vencedores, como la heroica resistencia de Sagunto, Estepa o de Numancia, cuyos ciudadanos, en vez de preferir suicidarse y quemar sus ciudades antes de rendirse a los esclavistas Romanos, murieron de hambre en menos de una semana por la implacable estrategia militar del Imperio. Fuere como fuere, la historia del cristianismo en España no es merecedora de las alabanzas que una panda de interesados han dirigido a los señores Santiago y Pablo, quienes, lejos de emprender el viaje por el que se les recuerda, sí llegaron a proyectarlo:

"Saldré para España, pasando por vuestra ciudad, y sé que mi ida ahí cuenta con la plena bendición de Cristo".
                                                                                                                    Epístola a los Romanos. 15.28

Desacreditada queda la versión profesada durante tanto tiempo por marqueses y mendigos pues está demostrado que en España el cristianismo no llegó por Roncesvalles sino por Gibraltar, y que eran más de un par de iluminados los que lo trajeron. Como en otras ocasiones, la realidad no es tan sugerente como se pinta.

En este arduo debate, cualquier pretexto me basta para dejar en la constancia que este verano me  dio por cambiar de aires, y al romántico mar le destituyó la montaña, lugar casi exótico en estas alturas del año. Acabados los preámbulos, la cohesión de mi discurso la recupera el hecho de que decidí hacer, junto a unos amigos, el Camino de Santiago, 13 días inolvidables cuyo contenido, a falta de un blog de notas, me contentaré con resumir. La ruta esogida fue la francesa, que pisa suelo español a la altura de Roncesvalles, y continúa su trazado hasta Finisterre, el punto más occidental de Europa. Originariamente, el camino cruzaba en su recto sentido el territorio del País Vasco y Cantabria, pero el desvío se antojó inevitable habida cuenta de los numerosos saqueos con que en especial los Vascones despojaban de sus escasos bienes a los peregrinos que por allí pasaban.

Empezamos en Roncesvalles, lugar épico, donde se libró en el año 778 la batalla contra los francos de Carlomagno, acontecimiento que, una vez más, ciertas investigaciones se han ocupado de desmentir, situando la gloriosa victoria de los Vascones en el valle de Ansó (Pirineo aragonés y no navarro). Pero al parecer el "modus operandi" fue el mismo, pues asimismo se ha demostrado que ya en quel momento nuestros antecesores eran tan bastos y brutos como se nos afama: achantamos a los franceses tirándoles piedras. El caso es que llegamos una fría tarde, cuando ya se ponía el sol, y lo único que vimos de aquel pueblo fue su albergue, de los mejores en los que nos alojamos, no tanto por su lugar de hospedaje como por su localización, rodeado de una estructura medieval, que agrupaba capilla y museo, y nos traía aquellos aires de otros tiempos. La mañana siguiente fue helada, y fue entonces cuando al ajustarme la mochila de 12 kilos entraron en mi cabeza las imágenes de aquellos rituales de flagelación y devotos mártires que desfilaban en agónica procesión, pues a pesar del considerable volumen de mi macuto, no acerté a echar ninguna prenda de abrigo, ni sudadera ni pantalones. Tan sólo tenía un refinado chaleco de lana, que me dejaron el día antes al ver la que se nos avecinaba. La verdad que fue un alivio durante todo el camino; decía yo que se ría la gente siempre que ande caliente yo, pues parecería desternillante un peregrino pastor en su búsqueda por reconducir a cuantas ovejas descarriadas se encontrara en el camino.

El segundo lugar de interés fue Trinidad de Arre, un acogedor albergue que destacó sobre el resto por el edificio en el que se encontraba remodelado, todo de piedra. A 5 pasos se llegaba a Villaba, hogar de Miguel Indurain. Aquí, tengo que reconocer que dudé un instane de mi sentido de la orientación, pues una ikurriña izada en el Ayuntamiento era motivo suficiente como  para desconcertar al más avispado de los forasteros. Según me enteré el responsable era Nafarroa Bai, que desde la alcaldía había instalado un mastil fijado en el suelo, a la izquierda del edificio, que hacía compañía a las demás banderas constitucionales, correctamente colocadas en el balcón. Lo que se hace por ganar votos. Aunque más adelante (unos 200 metros por la calle principal) se llegaba a Burlada, municipio contiguo sobre cuyo Ayuntamiento no se descubre nada sospechoso, la bandera navarra, la de España y la del pueblo en cuestión, donde curiosamente gobierna el PSOE en coalición.

Al día siguiente llegamos a Pamplona, justo en el momento del encierro, pero nos encontramos con los despojos de la fiesta. Nuestras mochilas eran aún más pesadas pues se nos pegaban las botas al suelo y entre la muchedumbre poco pudimos ver. Así que nos dividimos, los que queríamos ver algo más de la ciudad y los que ya habían pasado por allí antes, que irían a reservar plazas al albergue más proximo, pasadas las montañas. Ese fue el día clave, pues tras largas caminatas por la urbe, emprendimos el camino después de comer con toda la solana por un nuevo paisaje: la cruda llanura. Eramos dos, Lorenzo incordiando desde arriba y un par de encinas que se divisaban a lo lejos. El resultado fue llegar a la hora de la cena con un regimiento de ampollas bajo los pies que agudizaban el sufrimiento en nuestros pecadores días.

Luego llegamos a Estella, lugar para recordar. Fuimos derechos a la Cruz Roja para que los voluntarios se asustaran con nuestra colección de castigos. Nos recomendaron permanecer un día allí y que nos lo tomáramos con calma, a lo que les dije que igual que ellos reprobaba la emulación a David Carradine en Kun-fu, pero que yendo en grupo siempre confluyen diferentes puntos de vista. Visitamos una fuente natural de gélidas aguas y al día siguiente parecía "milagroso" que ya no sintiera casi nada, aunque siempre se lo agradeceré a la "mano de santo" de los enfermeros. Cuando volvimos a la carga pasamos por una fuente de vino (Bodegas Iruche) frente a un monasterio, que supuso un obligado alto en el camino, por manifiestas causas.

En Logroño nos llovió, y recuerdo haber incitado a mis compañeros a acudir a una basílica en la que leí explicaban su orígen histórico y bendecían al peregrino. Dos horas y media que duró. Nada más entrar el curilla nos dió la bienvenida con la mano señalando una mesa repleta de vasos, vino y algo de picar. Acto seguido empezó la visita, y mientras nos explicaba que por aquellos pasillos había pisado Carlos V (él decía Carlos I), la posible rectangularidad del claustro que ahora era cuadrado, marcas templarias rayadas sobre la pared de piedra, preciosos murales que adornaban el lugar e innumerables hechos históricos que el hombre narraba con gran entusiasmo e inspiración, a mí sólo se me pasaba por la cabeza la cantidad de "ayudas" que deberíamos desembolsarle al final de todo, tras una muy segura demanda. Durante la charla, mi actitud fue la de un profano en un museo de arte moderno, tratando de aparentar comprensión con las manos atrás y asintiendo constantemente con la cabeza, acompañando al platicador en algunos finales de sus frases. Esa fue la forma de instarle a que siguiera, pues lejos de despreciar sus conocimientos, mi única intención era que continuara con su discurso. Al final, me sorprendió gratamente la ausencia de reclamación alguna por los servicios prestados. Avergonzado de mis prejuicios, firmé en el libro de visitas y nos marchamos.

Más adelante, se encontraba Santo Domingo de la Calzada, otro paraje imprescindible (no sólo por su magnífica catedral), en el que además vi a una antigua profesora de matemáticas, con la que pasamos la mañana y la que, aprovechando la coyuntura, nos acercó al pueblo siguiente. Ya estábamos en la provincia de Burgos. Sin ningún entretenimiento, llegamos al pueblo de Atapuerca (cuyas famosas cuevas contaban con el aforo completo) y, finalmente, tras desviarnos en un momento dado del camino y atravesar casi una hora por un inmenso campo de trigo, llegamos a Burgos, para desde allí coger el tren a Madrid; anecdótico queda el busto de Franco mirando hacia la estación que nadie se ha dignado en quitar. 

Y misión cumplida, tal y como nos propusimos la mitad del trabajo estaba ya hecho. Experiencia preciosa no tanto por su "santidad" como por los paisajes y pueblos que te obliga a ver, y así como por el ambiente tan cálido que se respiraba junto con los demás peregrinos. Terminada mi escueta memoria del camino, doy la puntilla a esta nueva entrada con la pertinente reflexión de alguien que, años ha (siglo X aproximadamente), ya descreía de agüeros e incluso del divino auxilio de Santiago, y que pone de cierto modo en duda los pilares sobre los que se asienta la fe a la que en las primeras líneas he aludido:

Vinieron los sarracenos
y nos molieron a palos
que Dios protege a los malos
cuando son más que los buenos.

martes, 17 de junio de 2008

Definición subjetiva del reloj

Por añadidura, quería adjuntar un anexo a la entrada anterior relativo al tiempo (en extensión la sociedad neocapitalista), y dejar en la constancia la visión de Julio Cortázar al respecto. Un genio literario a cuyas palabras me remito:

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj

Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

Instrucciones para dar cuerda al reloj

Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.

¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.


La esencia de la vida

Los números. Ese ancestral invento que surgió de la propia naturaleza y que rige las bases de cualquier sistema que pretenda ser lógico, y aún más en el orden social actual, pues no siempre se ha extradefinido de tal manera su concepto. En el ámbito etimológico seguimos conservando algunos términos propios de la edad en que surgió, hace varios milenios, como el "cálculo", proviniente de la palabra "piedra", en el sentido que se le daba de agruparlas de manera sistemática y ordenada; o como los conocidos "dígitos", entendidos como la cantidad de objetos contados por el patrón del dedo humano, que nada tiene que ver con la cognotación desarrollista que se le atribuye ahora. 

Históricamente, el número tuvo gran importancia entre muy distintas civilizaciones, entre las cuales destacan la mesopotámica (3000 a.C.), en la que nace la escritura cuneiforme, los chinos y los indios, los romanos y los griegos, los cuales les atribuían valor divino. Pero lo cierto es que el sistema posicional más antiguo es el Babilónico (2000 a.C). Junto con estos datos, me gustaría hacer hincapié en que el salto evolutivo que llevó al nacimiento de la "enumeración", fue consecuencia del incremento de intercambios de bienes (desde piedras, ganado...) y del paulatino afán del hombre de incrementar sus beneficios. En definitiva, de las propias normas del comercio. Fue entonces, en este salto de calidad, cuando el trayecto del número sufrió un punto de inflexión (sin duda convexo-cóncavo) dejando atrás su carácter puramente natural, en pro del materialismo.

Es concienzudamente obvio que en esta nueva etapa del número es en la que nos encontramos, y que no es tan sencillo concebir ideas tan anacrónicas al echar la vista hacia arriba. Es en la era actual en la que, para más inri, encuentra el concepto del número su máximo exponente, es ahora cuando conocemos de su extralimitación, y de su aplicación no sólo a la economía, sino a la práctica totalidad de las situaciones sociales que se dan en el capitalismo industrial, sin dejar de ser inherente al mismo. Me refiero a la bolsa, a la matriz de los sistemas informáticos, al DNI personal e intransferible, las transferencias bancarias, las compras, a la eufórica adquisición de bienes de consumo para la realización personal, al etiquetaje tan materialistamente insulso de las marcas, de los megapíxeles de las cámaras fotográficas, de las pulgadas del televisor, a los gigas que componen la memoria de cada vez más aparatos, de cualquier actividad por minúscula que sea en todo este sistema cuyas reglas de juego las marcan las multinacionales, e incluso el fútbol, esa empresa "deportista"que opera con cantidades cada vez más ingentes de dinero en sus transacciones, esa industria cochina como aquel dijo, también contribuye a ensalzar el valor del número.   



El número llega a ser en estas fechas algo neurótico y obsesivo, pero la sociedad moderna también redefine otro concepto, entendido como la proyección más importante de la idea del número: el tiempo. Se trata de la materialización en una serie de horas, minutos y segundos (números), de la vida del ser humano. Si bien esta noción es de vital importancia, pues, en ninguna otra época histórica se ha valorado tanto la actuación inmediata de las personas como ahora, el tiempo no deja de correr, despiadado, tendiendo al infinito. Es la manifestación extrema y absoluta de que el número condiciona la vida de cada individuo, y de toda la humanidad.

He comenzado esta entrada con la intención de dejar constancia del nuevo marcador de visitas de la página, ese dígito que aparece en la parte inferior izquierda del perfil, cuya función no es otra que la de expresar mi ego en medida numérica.  Hemos llegado a un punto, desgraciados contemporáneos, en el que todo tiene un precio, todo puede comprarse con más o con menos dinero, una casa, una camisa, un coche, un jugador de fútbol, un equipo, también el honor, la libertad de expresión e incluso el silencio; lo que en traducción es que los más pudientes marcan las tendencias, y la sociedad vive con ese telón de fondo. Los números establecen las pautas de actuación, la importancia de determinados comportamientos, el resarcimiento de daños morales y valores personales de cada individuo. En resumidas cuentas, la expresión paradigmática y reducida de la sociedad del siglo XXI es, sin lugar a dudas, el número pero yo, soy de letras.

viernes, 18 de abril de 2008

Rumbo al progreso



Soplan nuevos vientos para el pueblo, y el barco del ejecutivo se deja empujar por ellos. Por primera vez, un Gobierno en el que hay mayoría de mujeres, por primera vez, una fémina -la encinta Carme Chacón- al mando del Ministerio de defensa. Y, por si fuera poco, se ha hecho realidad la propuesta de IU de crear un Ministerio de Igualdad, tema en torno al cual no parecería desabellado que se erigirera la nueva legislatura. El acierto de Zapatero fue visible cuando de inmediato se propició una cierta "crispación" en el ambiente más cercano a la opocisción, y con ella las correspondientes opiniones de algún que otro exaltado en los medios de comunicación. De esta índole fueron las opiniones impresas en ciertos periódicos, como ABC, cuya editorial disponía sin recelos que:

 "El Ministerio de Igualdad es un paradigma de todos los errores que se pueden cometer cuando se concibe el gobierno de la Nación como un banco de pruebas para experimentos partidistas. Este departamento es, simplemente, innecesario. Existe porque Zapatero quiere, no porque las competencias del Estado lo requieran o porque exista una necesidad imperiosa de organizar de forma específica determinadas funciones administrativas".

   

Hablando en plata, las iniciativas de Zapatero escuecen a la Derecha, y esto no me inspira tranquilidad. Porque me es casi imposible concebir que, aun a sabiendas de que el PP desaprobará todo cuanto pronuncie la boca de cualquier dirigente del PSOE, siendo el perfecto ejemplo de la política del "nada que perder" (y a los precedentes me remito), la lucha contra la discriminación y la violencia machista, en particular, no sean temas de rigor y tempestividad de un tiempo a esta parte.


Ya está bien. En los medios de comunicación se ha llegado a un punto en el que el ingenioso lenguaje políticamente correcto ha degenerado en la burda sátira, que todas las mañanas nos despierta incluso más que la cafeína, con voz de personajes sin escrúpulos. Y entre todo este embrollo, por fín alguien que haya dado la cara, por fin alguien que ha querido salir de su juego, sin miedo a que le achaquen lo descabellado y transgresor de sus críticas (acertadas), hacia lo que ellos mal llaman libertad de expresión. Daniel Anido, levantó la palabra, y habló por quienes sí merecen ser periodistas, a pesar de todas las difamaciones y atentados contra la información que de su profesión han realizado los que en ella sólo se escudan. Ya era hora:

 


La baba en la pluma

DANIEL ANIDO/ DIRECTOR de CADENA SER   17-04-2008

 Cuando fluye la baba y el periodismo se acojona la tiniebla va cubriendo el espacio vacío; un territorio abandonado que ocupan pajilleros, reprimidos, grasientos, puteros, siniestros, cobardes y acomplejados, con nombres y apellidos.

 Son de ilustres burgos, ansones, losantos, pejotas, usias y alguna que otra schlichting, pero segregan ese líquido viscoso y corrompido por la comisura de sus parpados, acentuando el asco que desprende su mirada.

 Tenemos que mirar sus caras, seguir con atención el recorrido; ver como avanza ese residuo pútrido que desciende por los pliegues hasta la boca, como carcome gota a gota su lengua relamida; como la inunda y luego la desborda, para proseguir su camino hasta la mano pegajosa que sostiene la pluma y derramar allí toda su miseria.

Cuando fluye toda esta baba compartida y el periodismo se acojona, estos mirones clandestinos, estos fetichistas de la mugre, se proclaman profetas con derecho de pernada, levantan púlpitos con barrocos tornavoces, apoyan sus falanges en el antepecho, despliegan su abyección más tenebrosa y corrompen el espacio compartido.

Cuando el periodismo se acojona delante de estos usurpadores del oficio, la cloaca extiende su dominio, se adueña de la plaza pública y construye allí su pasatiempo favorito: el juego delictivo del insulto, donde prevalece y se premia la discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social, como pueden ser la orientación sexual, la fe o falta de ella, la ideología, la gestación, la edad, el nombre o el apellido.

Cuando el periodismo se acojona delante de estos mediocres, que confunden la baba con el intelecto, nuestra profesión pierde el futuro; los ciudadanos, su libertad, y la democracia, el sentido.

El periodismo tiene que hacer frente a la contaminación que desprenden estos exhibicionistas de la baba en la pluma, a la perversión que esconden bajo el necesario paraguas de la libertad de expresión.

Son previsibles. Se plantan delante de sus víctimas y abren con rapidez sus gabardinas, dejando ver su desnudez intelectual. Pero, son cobardes. Si les plantamos cara, mirando fijamente sus despojos orgánicos, señalando con el dedo su minusvalía y mostrando nuestro desprecio con una sonora carcajada, que al tiempo alerte al resto de la ciudadanía, salen corriendo a esconder sus complejos y sus colgajos... en el fango.     


 (A ellas, que sufren estos días el maltrato de quienes quieren robarnos el oficio: disculpas.)


 ...Amén.                                 

jueves, 13 de marzo de 2008

Una de piratas

"Con diez cañones por banda, viento en popa a toda vela, no corta el mar sino vuela un velero bergantín. Bajel pirata que llaman, por su bravura, El Temido, en todo mar conocido del uno al otro confín...".

No sería un mal tema el de las cinematográficas aventuras del pirata casi más famoso de estos días, las de Jack Sparrow, hasta hace poco en la tercera entrega de la saga que nos transporta a las islas del Malibú . Y digo casi, porque da la impresión de que el más temido y peor somos cada uno, que a todos los usuarios de internet se nos está comparando con aquellos indeseados que saqueaban, mataban y violaban. Nos mencionan en los periódicos, la televisión, las revistas, y claro está, con palabras disfrazadas de lenguaje políticamente correcto. De esta forma, a la vez que intentamos asimilar los eufemismos que utilizan al hablar de "la guerra preventiva", "las incursiones aéreas", la "tasa natural de desempleo", de los "carentes" y su"economía que crece negativamente",consiguen incluso que nos planteemos nuestra inocencia al describirnos con sus exageraciones, de tal modo que a nadie se le ocurriría pronunciar la frase de "yo apoyo la piratería".

"...En las presas yo divido lo cogido por igual; sólo quiero por riqueza la belleza sin rival..."

Bueno, hasta aqui lo que se puede sacar en claro escuchando un mp3, pero no me decidí a escribir esto hasta el viernes pasado, cuando acudí (tarde como siempre) a un mitin de Gaspar Llamazares. Tuve que desplazarme hasta el lejano Getafe para ello, pero lo hice encantado, porque éste se planteaba como una charla-coloquio que nada tendría que ver con la que se preparó para ZP unos días antes. A lo mío, aquella mañana me desperté con la idea de plantearle un par de preguntas al (entonces) lider de IU pero, una vez alli, la sala se me hizo inmensa, excesiva la gente, e inútiles mis aportaciones. De las cuales, una tocaba el cambio del sistema electoral, mientras que la otra cuestionaba el inquietantes cánon, y sobre todo el cambio de opinión de IU en la Reforma de la Ley de Propiedad Intelectual hace no mucho que fue decisiva para su aprobación en el Congreso; lo que nos hubiera podido llevar a pensar que, al márgen de su propia conciencia, IU prefería hacerle el favor al PSOE que al PP, sólo por llevarle la contraria. Dicha ley modificaba el tan afamado cánon digital, aumentando el impuesto del Gobierno sobre los cd's y dvd's vírgenes y expandiéndolo a demás aparatos electrónicos como móviles, portátiles y mp3, cuyo dinero se dirigiría directamente al bolsillo de la SGAE de Teddy Bautista.

Llegados a este punto, me parecería más lógico llamar a estas personas ladrones, sinvergüenzas y... piratas: ¿por qué enriquecerlos por querer llamar a mis padres desde la calle, por escuchar en el metro el último disco de Ismael Serrano?, señores autores y escritores, ¿por qué debería pagar su jubilación anticipada mi último viaje a París, su dorado retiro después de innumerables años de incompetencia laboral e inevitable fiasco comercial?, porque sería un error pensar que los usuarios despreciamos los buenos trabajos encerrados en una bonita caja, con folletos, fotos, e incluso con extras inéditos, y babeamos por el insulso patrimonio de los cd's rotulados. Puestos a ser justos, no pueden valorarse de igual manera el "Made in Japan" de Deep Purple que el último cd de las Ketchup, y eso no es problema del Gobierno, para el que no es una cuestión fácil, no lo dudo, pero lo que no puede es "saquearnos" 107 millones de euros anuales con el supuesto fin de acabar con la piratería, cuando lo que parece es que está sedando a los autores españoles ante un virus que no tiene cura por el momento, a todo ello sumada la infundada generalización del impuesto (móviles, mp3...) cuando en todo caso sería más propio aplicar el proverbio "in dubio pro reo".

"...Allá muevan feroz guerra ciegos reyes por un palmo más de tierra; que yo aquí tengo por mío cuanto abarca el mar bravío, a quien nadie impuso leyes...".

Un ejemplo de esta teoría es el del grupo Violadores del Verso y su último disco. Pues resulta que a principios de 2007 terminaron el trabajo "Vivir para contarlo", con la rareza de que lo colgaron voluntariamente en Internet, semanas antes de su lanzamiento en las tiendas, incluyendo fotos y carátulas. Y el resultado fue que días después de su publicación oficial fue número uno de las listas...chapeau.


"...Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar."

domingo, 2 de marzo de 2008

viernes, 22 de febrero de 2008

Si tú no vas, ellos vuelven

De nuevo un lapso demasiado largo abarca multitud de impresiones que no quisiera dejar en el tintero, así que iré poco a poco. 22 de febrero, se huele durante todo el día el aroma característico de la campaña electoral, en los debates de la tele, en los periódicos, en clase...en la calle. Cuando hace algo menos de una semana que nos acordamos de aquella broma de mal gusto en el Congreso, nadie pone ahora en duda la culminación del proceso democráctico, y el asentamiento de la sociedad sobre una política desencorsetada, en la que se asegura tanto el buen pulso del sastre como la protección contra "malos tejedores". De manera que ya sólo forma parte de nuestra historia aquella perniciosa ambición de algunos españoles que durante largo tiempo marcó el cauce de la política, sobre todo a partir del siglo XIX. De pronto, llegó el apagón y se hizo la oscuridad, que fue la reina de España durante 40 años, por la gracia de Dios, y que abdicó agonizando muy cerca de la salida de la cueva, cuando las libertades eran aún contempladas como un sueño platónico el destello del progreso nos despertó a todos del mundo de las sombras.

Tras esta bochornosa introducción y centrándonos en las elecciones que se avecinan, las expectativas parecen favorables al PSOE. El PP volverá a ser el partido que más ha invertido en campaña mientras que las encuestas realizadas apuntan a que el 9 de marzo será segundo en lo que toca. Y no son tan relevantes los datos que los estudios aportan sobre quién será el ganador, como la constatación en ellos de una alta participación. El otro día, hablando con alguien que aprecio mucho, coincidimos en que cuanto mayor sea el electorado mayor será la diferencia entre los dos partidos principales, en favor del de izquierdas. Y es que el español medio se define como centroizquierdista, y mientras que el PP conserva siempre un núcleo fijo que cada cuatro años acude ineludiblemente a las urnas, la población de izquierdas es mucho menos previsible, y no porque "no tengan las ideas claras" y deambualen cada cierto tiempo entre izquierda y derecha a modo de péndulo. No se trata, por tanto, de indecisión a la hora de elegir por cual carril ir (sin entrar en comparaciones con el carril por el que se adelanta...en España) sino que no votarán a menos que tengan la certeza de que la derecha ganará las elecciones. Claro está que no todos se quedan en casa por regla general, sino que también hay 1.300.000 personas que prefieren una política de más izquierda, éstos de vez en cuando optan también por el voto útil. Hablando de éstos me acuerdo de lo incomprensible que es en este sentido la ley d'Hont y lo cuanto que prejudica a IU, por qué CIU tiene 10 escaños e IU la mitad, cuando éste tuvo casi el doble de votantes que aquel 1.269.532 frente a 829.046, por qué se benefician los partidos nacionalistas en las elecciones generales que representarán a todo el pueblo español, incluso por qué IU ha de meter 4 goles para empatar el partido cuando PSOE o PP sólo hayan marcado uno, cuáles son los motivos que impiden un sistema proporcional y más justo, porque la ley d'Hont era comprensible en 1977 cuando se temía una excesiva fragmentación en el Congreso, pero resulta insostenible ya en el 2008, cuando hay que apoyar el progreso, unas elecciones generales cuyos resultados reflejen el verdadero espectro político, una de las mayores riquezas de España.

Mañana, el segundo debate entre (única y exclusivamente) los líderes del PP y PSOE. Rajoy y Zapatero manifestarán todo lo que no hayan manifestado en el primero, y esperemos que no ocurra lo que ocurrió en el segundo de hace 15 años, cuando cambiaron las tornas en la campaña en la que Felipe González acabó barriendo a un Aznar que entonces no tenía ni dea de la relevancia y connotaciones (negativas) que su propio nombre tendría años más tarde. Tan sólo añadir que el martes se publicarán los datos de desempleo del mes de febrero, y a partir del lunes mismo no se podrán realizar más encuestas, por lo que, aunque volando hacia la izquierda, las cosas siguen en el aire. A ver si mañana nos acostamos habiendo escuchado algo nuevo en la televisión. Sin duda me sorprendería.